jueves, 5 de enero de 2012

GEOGRAFÍAS

Exploré las latitudes de su nívea superficie, 
llevándome escrito en mis yemas 
el mapa de su lacerante gravedad, 
gravedad como de planeta, 
que atrae vorazmente mi ausencia, 
mi mirada, mi tacto y mi errante vacilar.
Mientras me pierdo en el equilibrio de su centro, 
equidistante entre su mente y la plasticidad de su arcilla, 
que conforma la brújula que me guía entre su cuerpo, 
geografía de suaves dunas, cuyas curvas recorro prisionero 
del descubrimiento de ese dulce latir debajo de su piel, 
del leve temblor que recorre su espalda 
al rozarla el aliento contenido, 
un temblor que la recorre como una marea 
en la que zozobra mi mirada, 
hundiéndome en un ritmo más profundo, 
que insinua la cercana dulzura del momento 
en el que la urgencia traspasara la piel de agua, 
dejando que suavemente, por un instante, 
la muerte descanse entre sus huesos...



sábado, 5 de febrero de 2011

En el camino a Ítaca...

Te enseñare secretos a la luz de los sueños,
mientras caminas como una antigua diosa,
mientras realizas danzas de amor
bajo la vibración de una cítara,
dejando caer el velo que anuda tu cintura,
y ebria de vertigo te depositare
sobre el marmol de mi descanso...
Creare un monolito que afrente tu templo,
te enseñare a amar su geometría vacilante,
su disonante cadencia,
y esculpiras tu sello en su cima.
Yo descendere a tu reino de entre montañas y bosques,
hasta tu secreto recinto,
donde una lejana oración retumba entre tu piel,
ungiré el camino con el místico óleo de mis besos,
doblegare la puerta de tu templo,
e iniciare el canto que pueda licuar las piedras,
demoler montañas,
que pueda hacer soñar a tu alma...

De Coral y Arena

Extendió el tabaco sobre el fino papel de fumar, con dedos ágiles, viejos chambelanes del ritual, lió el cigarrillo y se lo llevo a los labios, cuarteados por el sol y la sal.
Se sentó con la dificultad propia de sus años al borde del acantilado, la brisa del medio día acaricio su tez morena, arrebatando de su piel el fresco olor a jabón de afeitar, y despejo de su frente el rebelde flequillo ahora blanco. Inspiro el aroma salino del mar, su viejo amor, ofreciéndole al viento el mensaje de su aliento mezclado con humo. 
Cerró los ojos acuosos, pero todavía podía percibir el fuego del sol a través de sus parpados, el rumor, que ascendía fruto del encuentro de titanes bajos sus pies le acuno...
Se desviste con la lenta premeditación del suicida, desabrocha su camisa despacio, primero un puño, luego el otro, entonces descubre su pecho y su dorso, templados por el sol de todos los días, después desnuda el resto de su cuerpo, dobla la ropa y la amontona cuidadosamente sobre una de las tablas de la barca.
El resplandor de miles de espejos en las olas atrapan su mirada, mientras, él se muestra desnudo, erguido, desafiante, enfrentando su cansancio, fruto del insomnio y la desesperación, a la sabana turquesa que cubre a su pérdida, su mujer que descansa entre corales, desde aquella noche en que fue arrebatada por la tormenta del elevado limite de la tierra, donde ella esperaba como cada noche descubrir las luces de su barca, después de la larga jornada en busca de la ansiada pesca…
Él ahora cierra los ojos, quedando en ellos la imagen de su mujer.
Un paso, solo un paso y se hundirá más allá de los colores, hasta el mundo del azul, donde se reunirá con su amor. Un paso , solo un paso… y se hunde.
Avanza entre el bosque submarino, acariciado por las algas, por rápidas aletas, por las estelas de las barcas, mecido aún por el profundo mar, el sol se convierte en un inmenso calidoscopio sobre su cabeza, mientras la vida escapa encerrada en burbujas de agua.
El mar, ante la necesidad de hablarle, de consolarle, adopta un cuerpo de piel de arena sobre el blanco hueso de coral, de reflejos plateados en sus ojos de sal y océano, de cabellos verdes agitados por vientos abisales, un cuerpo dotado de una mente intemporal que alberga las almas de todos los que descansan bajo sus aguas.
Un cuerpo amante que lo abraza con toda su piel, con sus brazos, con sus piernas, sus senos contra su pecho, el suave musgo de su pubis contra su sexo, seda contra seda, transmitiendo su deseo.
En su oído derrama palabras de sirenas, de viejos marinos, de tempestades y espuma, cantos de ballenas, las ultimas palabras de su amada y en él nace el desenfrenado deseo de saborear en su boca esos sonidos, y sus ojos se deshacen en océanos, depositando su último aliento en sus labios de nácar, mientras se hunde más y más, él se entierra en su abrazo, entre su piel, se entierra entre sus piernas…
…Acabo el cigarrillo con una última calada y tirándolo con desgana se incorporo. El atardecer ya nublaba la vista, miró hacia el horizonte y su viejo rostro se arrugo en una sonrisa, conciente de que en esa noche, al cabo de pocas horas, su amante lo esperaría sobre la arena de la orilla, traída por las olas, buscándolo con reflejos plateados en sus ojos de sal y océano, con su cabello verde ondulando en la brisa… como ocurrió cada noche desde aquel día.





domingo, 9 de enero de 2011

Ícaro

Y saltamos con la esperanza de alcanzar el cielo como Ícaro, creyendo que el sol no conseguirá fundir nuestras alas, ignorando su propia naturaleza, ignorando que el fuego siempre consume la esencia...

Y solo quedan efímeras plumas como vacilantes testigos del encuentro, del choque de luz y sombras... del flamígero destello y de la imparable caída.

Mientras, nos preguntamos por la razón última, de cómo la belleza y la luz puede destruirnos.

Más abajo, sobre la hierba se aposenta el cuerpo que alimenta la tierra, como una vasija vacía y rota, en la que retumba como eco el ansia de volar.


miércoles, 5 de enero de 2011

Pasen y vean..

Si, pase por favor, ahí al fondo encontrara su asiento. ¿Cómo? Si, si... es esa silla que está en el centro del escenario, este es un teatro de locos y el escenario es el mundo, así que pase siéntese y disfrute...